IV
VERANO
Trabajos, 582-594
«Cuando el cardo florece,
y cuando la cigarra cantarina,
posada sobre un árbol,
derrama sin cesar bajo sus alas
en la estación del soporoso estío
su canto penetrante,
entonces son las cabras más sabrosas
y mejores los vinos,
más lúbricas y ardientes las mujeres,
y los hombres más blandos,
porque Sirio les quema la cabeza,
y también las rodillas,
y su piel está seca por la flama.
Y hay que buscar entonces
vino biblino, pan de flor de harina,
la sombra de una roca
y leche de las cabras
que ya comienzan a perder su fuerza,
y carne de ternera,
silvestre, no preñada todavía,
y chivo primogénito.
Y beber enseguida el rojo vino,
sentados a la sombra,
para dejar el corazón saciado
de comida y bebida,
volviendo el rostro al favorable Céfiro.»
«Poetas de Grecia y Roma» (Editorial Renacimiento, 2019), VV.AA.