«Lo primero es cazar a uno. Pero cuidado, esos cerdos suelen ir en bandas como los lobos y no conviene enfrentarse a ellos cuando están juntos. Por lo tanto, vigiladlos,
Excepto sábados y domingos, hacía mil metros diarios. Como la piscina era olímpica, iba y venía veinte veces. Nadaba alternando los cuatros estilos, aunque el mariposa no se le daba
Su sombra murió de noche. Fue de repente, ante sus ojos, después de pasar junto a una farola. Un resto de humanidad le empujó a reanimarla. Aplicó la boca al
Mi padre es de Chaouen, que está en Marruecos, y mi madre de Madrid, que es la ciudad en la que nací y en la que vivimos. Ahora tengo trece
Me llamo Mercedes Trueba, pero todos me llaman Merche. Pronto espero cumplir los cincuenta y dos años. Estoy casada y tengo dos hijos, Nuria y Hugo, que ya no
Desde cierto punto de vista, se los podía considerar parecidos. Los dos tenían veintitrés años, y eran altos, fuertes y de tez morena. También cabría contar entre las semejanzas el
El Discurso del método no es una obra filosófica en sentido estricto. Es una historia, la narración de una vida intelectual. Casi como en una novela de aventuras, se nos
Goza y padece el intelectual de amores y odios encontrados. Por un lado, se admiran sus conocimientos, su verbo, esa capacidad de ordenar el mundo en bellos y sólidos argumentos
No deja de ser sorprendente, pero una buena parte de los lectores tiende a considerar las actitudes e ideas de los personajes de ficción como coincidentes con las particulares del
«Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido,