El ‘Match of the Day’ del pasado sábado, algo así como el Estudio Estadio inglés, será previsiblemente uno de los de más share de la historia, al menos de la historia reciente, desde la fragmentación de audiencias. Será el de la reaparición de Lineker, aunque realmente no se perdió ningún programa, tras su despido inmediato (presentado como retirada temporal) y espídica readmisión. El final de un asunto que ha puesto en entredicho el proceder ético de la BBC, cuyo manual de estilo lo es en cierto modo de todo el periodismo europeo.
El nombre de Józef Młynarczyk probablemente no diga nada fuera de Polonia. El de Richard Sharp, algo más, pero tampoco demasiado fuera del Reino Unido y, quizá, del ámbito del periodismo. Pero los dos sintieron lo mismo con 37 años de diferencia. El azote de Gary Winston Lineker. Młynarczyk era el portero polaco del Mundial 86, a quien Lineker hizo tres tantos en poco más de media hora. Cuando a los 14 minutos Inglaterra ya tenía casi sentenciado el partido el voraz delantero de las Midlands no se conformó hasta hacer su hat trick. Richard Sharp es el presidente de la BBC. El mismo que decidió despedir fulminantemente a Lineker después de que criticara la política migratoria del gobierno conservador. Reculó a los pocos días, pero el de Leicester no se ha dado por satisfecho.
Lineker es aficionado a las frases epatantes. Suyo es uno de los aforismo más repetidos del deporte: «El fútbol es un juego sencillo: 22 hombres persiguen un balón durante 90 minutos y, al final, los alemanes siempre ganan». Lo pronunció después de que Alemania eliminara a los Pross en el Mundial de Italia, como cuatro años antes lo había hecho Argentina en un partido en el que marcó Lineker, pero en el que se topó con un Diego Armando Maradona que en estado de gracia marcó el mejor gol de la historia y sentenció con su famosa ‘Mano de Dios’. Tanto éxito tuvo que, hace pocos años, cuando el rodillo de la Mannschaft dejó de serlo, anunció que la frase ya podía «descansar en paz».
Ahora se ha abonado a otra: «La libertad significa algo, significa el derecho a decir a la gente lo que no quiere oír». No es suya, sino de Orwell, pero esa máxima encabeza desde el jueves sus redes sociales. Que aquel descarado delantero de los seis goles en México iba a ser uno de los mejores futbolistas de Inglaterra ya era una evidencia en los ochenta, pero el desparpajo verbal que demostró tras su retirada era más difícil de prever. Hacer tambalearse a la poderosa BBC, el paradigma del modelo periodístico y que, por cierto, le paga un millón y medio de libras por temporada, no ha resultado suficiente. No es que regrese sin pedir disculpas, es que reivindica sus actos.
El Michael Robinson de la Premier, solo que en su caso el acento british va en la línea –en lo que a dicción se refiere– del manual de la cadena, fue despedido por opinar en contra del gobierno ‘torie’. Ni siquiera lo hizo en la cadena pública, sino en Twitter. Denunció la falta de solidaridad con los refugiados que llegan a través del Canal de la Mancha, a los que no se ofrece asilo, y un proyecto que comparó con los de la Alemania de los años treinta.
Desató la polémica. No sentó bien la crítica en la pública y un Lineker que durante tres décadas ha comentado la Premier se vio de pronto despedido. Aquello era, al parecer, un anatema para la BBC. Más aún que cuando John Cleese pronunció por primera vez la palabra ‘Fuck’ en la pública durante el funeral de Graham Chapman. Apelaba en un comunicado de prensa a la obligación que imparcialidad que exige a sus profesionales en un código ético que sin embargo no se refiere a autocensura, mucho menos fuera de la propia cadena. El comunicado señalaba textualmente que había infringido las pautas de actuación de sus profesionales en redes sociales. «No debe manifestar sus preferencias políticas ni decir nada que comprometa su imparcialidad», dicen literalmente sus directrices. Mientras el Gobierno de Sunak se ponía de perfil, el debate no se calmó. Al contrario, se incrementó.
Tanto se encendió que abrió una nueva pregunta: ¿Esa imparcialidad supone no defender los derechos humanos? En medio del ruido, más del que se produjo cuando Johan Cruyff le colocó como extremo izquierdo en el Barça, la BBC anunció que todo había sido un malentendido y le readmitió sin necesidad siquiera de emitir una disculpa. Al contrario, fue el ente público el que se disculpó. La respuesta del ‘enfant terrible’ de la elocuencia fue inmediata: agradeció su apoyo a sus compañeros y dejó un nuevo mensaje, de nuevo en la red de Elon Munsk: «Independientemente de lo difíciles que hayan sido estos días, no son comparables con tener que huir de casa debido a persecución o guerra para buscar refugio en una tierra lejana». Mientras, el director general de la BBC, Tim Davie, sentía la soledad del portero. Solo un día después se refería a «zonas grises» sobre las instrucciones que se ofrece a los trabajadores de la cadena pública en el uso de sus propias redes sociales para justificar su readmisión.
Al final, el presentador de ‘Match of the Day’ desde 1999 lo seguirá siendo, o al menos así se ha anunciado, aunque habrá que esperar a este fin de semana para comprobar si hay un nuevo giro de los acontecimientos. Insistía así en su rechazo a la política migratoria del Ejecutivo de Rishi Sunak, que propone expulsar de inmediato a cualquier refugiado que llegue en patera.
«Después de unos días surrealistas, estoy encantado de que hayamos encontrado un camino. Quiero agradeceros a todos vuestro increíble apoyo, particularmente a mis colegas de BBC Sport, por su gran muestra de solidaridad. El fútbol es un juego de equipo, pero su respaldo ha sido abrumador», decía el delantero victorioso.
Lo más curioso es que la guía del ente para la utilización de redes sociales, un sencillo documento de tres páginas que se puede consultar en su propia web, se resume en una máxima: ‘No hagas estupideces, eres un periodista de la BBC’. Finalmente fue la propia corporación la que incurrió en ese error.