El documento, la memoria y el oficio

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“El ideal de justicia está antes que el ideal de cultura:

es superior el hombre apasionado de justicia

al que sólo aspira a su propia perfección intelectual”

Pedro Henríquez Ureña

 

Quienes tenemos la fortuna de frecuentar la compañía de José Lamarca sabemos que, cuando se trata de fotografía, valora sobre todo tres cosas: la memoria, el documento y el oficio. Esta tríada es concebida por él de manera compleja, con intersecciones, cruces y retroalimentación, lo que da lugar a una fórmula que podría enunciarse como sigue: la memoria personal y colectiva soportada por el documento cabalmente producido por quien entiende que la fotografía es, ante todo, un oficio.

Desde el inicio de su carrera como fotógrafo, Lamarca se interesó por el documentalismo, género que practicó intensamente y que se podría afirmar que nunca ha abandonado, puesto que, ya fuera un retrato de estudio, ya la cobertura de un evento para prensa, su vocación siempre ha sido dejar constancia de quién es la persona o cuál es el momento retratado. Este hecho ayuda a dotar de coherencia a una obra fotográfica que se desarrolla a lo largo de seis décadas en América y Europa.

En el trazado biográfico de José Lamarca hay una línea divisoria clara, que tiene que ver con su condición de exiliado. En efecto, nacido en Buenos Aires en 1939, la primera parte de su vida transcurre en su país natal, con algún eventual desplazamiento por motivos de trabajo a países vecinos. Fue a principios de los años setenta que, envuelto en causas políticas, tuvo que acogerse a la Ley de Extrañamiento, renunciar a su país y marchar al exilio, lo cual le traería a España, donde reside desde entonces.

El grueso de las fotografías que forman parte de la muestra A mis queridos compañeros hay que ubicarlo en la primera etapa de su carrera, dado que corresponde a los trabajos realizados en América. Se incorporan a la exposición, no obstante, algunas fotografías de los primeros encargos realizados ya en España. En cualquier caso, estamos ante un conjunto de imágenes que son memoria social, política y cultural de una época, al tiempo que también son memoria personal, en la que el aprendizaje, el compromiso, la amistad, la lucha, la pérdida y el dolor conjugan experiencias vitales imborrables.

José Lamarca aprendió el oficio de fotógrafo ejerciendo como tal. Sus primeros empleos relevantes fueron en algunas organizaciones sindicales de la Argentina de los años sesenta, como la Unión de Obreros y Empleados Municipales, fundada cincuenta años antes, pero para entonces vinculada a la izquierda peronista. Como a él mismo le gusta recordar, su trabajo como fotógrafo no dejaba margen para florituras o recreaciones esteticistas, sino que se trataba de una fotografía directa cuyo destino era acompañar los informes periciales sobre las condiciones laborales en distintos sectores. Es decir, fotografiaba lo que le pedían.

El escaso margen del fotógrafo nunca ha sido, para Lamarca, un problema, puesto que toda su vida ha trabajado por encargo, produciendo fotografías para un uso específico, fuera la carátula de un disco, un cartel, prensa o los citados informes para los sindicatos. Es precisamente este uno de los puntos sobre los que Lamarca insiste a la hora de reivindicar el oficio de fotógrafo.

En la estrecha vinculación con los sindicatos hay que buscar las causas de la salida de Lamarca de Argentina. En este sentido, no está demás recordar que los años sesenta en aquel país no fueron fáciles. Quien había dominado la política argentina en las dos décadas precedentes, Juan Domingo Perón, había caído tras un golpe de Estado a mediados de los cincuenta, siendo sustituido por un gobierno cívico militar. Durante las presidencias de Perón, el sindicalismo argentino había vivido su etapa de apogeo, puesto que era uno de los pilares que soportaba la arquitectura institucional del sistema justicialista. Sin embargo, tras el golpe, Perón y el peronismo fueron proscritos, lo mismo que las organizaciones políticas progresistas. El sindicalismo, por su parte, pasaba a estar vigilado e intervenido por el nuevo régimen. Los intentos de apertura a mediados de la década siguiente se saldaron con un nuevo golpe militar, más contundente y sanguinario, en el que la persecución de la disidencia se intensificó y se extendieron las desapariciones, los asesinatos, el encarcelamiento y las torturas. También la expulsión y el exilio.

Lamarca se vio afectado por la intervención militar de la organización con la que trabajaba, hecho que se tradujo en la pérdida de la mayor parte de su archivo fotográfico de aquellos años y, como ya se ha dicho, su salida del país.

Sea como fuere, lo cierto es que la obra conservada de los Documentos Latinoamericanos de José Lamarca da cuenta de su compromiso firme con los trabajadores, tanto en el mundo rural como en el mundo urbano. Así lo evidencian las imágenes que documentan la vida de los llamados “treintañeros”, campesinos vinculados a unas tierras que deberían conseguir al cabo de treinta años de trabajo, o los “golondrinas”, temporeros que se desplazan siguiendo las cosechas. También, en la misma línea, el seguimiento del proceso de reparto de tierras entre el pueblo mapuche, en el sur de Chile, por parte del luego malogrado gobierno de Salvador Allende. Y, por supuesto, el ya referido trabajo con los sindicatos, con poderosas imágenes de las condiciones en las que habían de desempeñar su labor los obreros que procesaban las basuras en las Usinas o los que exhumaban cadáveres para desalojar tumbas en el cementerio de la Chacarita.

En definitiva, José Lamarca es ampliamente conocido y reconocido como el primer gran fotógrafo del flamenco moderno. No obstante, si alguien quisiera hacerse una composición completa sobre su trayectoria y obra, los Documentos Latinoamericanos constituyen un paso inexorable, no solo porque se tratan de los primeros años del fotógrafo, sino porque ahí están presente algunas de las claves para entender el rigor que caracteriza a sus imágenes.

En palabras del propio Lamarca, este conjunto de obras es quizás la parte menos conocida de su trabajo, pero para él es sin duda la más entrañable, pues ahí se dan cita el recuerdo de amigos y compañeros, el valor del registro visual para la intervención social y la perdurabilidad de la memoria y, finalmente, el oficio riguroso del fotógrafo que sabe cumplido su cometido.  

 

Texto para el catálogo de la exposición Pepe Lamarca: Documentos latinoamericanos, organizada por Manuela Alonso Laza, responsable del Centro de Documentación de la Imagen de Santander (CDIS), bajo el comisariado de Javier Vila (La Caverna de la Luz). 
La muestra podrá visitarse del 21 de octubre de 2022 al 8 de enero de 2023 en la sede del CDIS.
Otros materiales de interés:
  • Reportaje y conversación con Pepe Lamarca en el CDIS.
 

 

 

 

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