«A los dieciséis años, yo juzgaba a mis padres que vivían todo el tiempo con miedo de que algo pudiera torcer la carrera profesional de papá. Pensaba que eran unos idiotas, mientras que nosotros, los jóvenes, éramos la repera. «¡Nosotros sí saldremos a la calle! ¡Nosotros sí reclamaremos nuestros derechos!», les gritaba. Y ahora me he convertido en un conformista, como antes ellos. Un genuino conformista. Según la teoría de la evolución de Darwin, no son los más fuertes los que sobreviven, sino los que mejor se adaptan al medio en el que viven. Son los mediocres los que sobreviven y perpetúan la especie.»
Svetlana Aleksiévich, «El fin del «Homo sovieticus»» (Acantilado, 2015)