A veces
todo se queda en silencio
durante horas.
Es atronador.
Parece que se cae la fachada
del edificio donde digo habitar
y quedo suspendida
entre un baile de vigas
que crujen,
forman remolinos,
y me intentan aplastar.
Creo que no lo hacen
solo por crueldad.
Quieren que me quede
a contemplar la caída.
Se oye el eco de las risas;
y las imágenes
que desfilan.
Y entonces
comienzo a vomitar
tinta.
No me queda luz;
y lo único que muestran mis palabras
es un túnel
sin salida.
Me equivoco de sentido
al emprender la huida,
y empiezo a caer,
y caer, y caer…
Hasta que mi voz se pierde
en la oscuridad;
y mi cuerpo es un punto lejano
que se pierde de vista.
Poema de Almudena Campuzano Jiménez con la ilustración Submarinista, de Paula Bonet.