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Peg Entwistle: actuar o morir

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El 16 de septiembre de 1932, Peg Entwistle saltó desde la hache del letrero de Hollywood pretendiendo de este modo poner fin a su vida. Junto al cuerpo se encontró un bolso que contenía una nota: «Tengo miedo, soy una cobarde. Lamento todo lo ocurrido. Si hubiera hecho esto hace tiempo habría ahorrado muchísimo dolor. P. E.».

Millicent Lilian Entwistle, más conocida como Peg Entwistle, nació en 1908 en Port Talbolt, al sur de Gales. Parte de su infancia la pasó en una modesta casa de Londres junto a sus padres, Emily Stevenson Entwistle y Robert Symes Entwistle. Tanto su padre como su tío, Charles Harold Entwistle, eran actores, algo que influyó en la pequeña desde temprana edad. A pesar de que en ocasiones se afirma que Emily murió, parece que el matrimonio se divorció y Robert consiguió la custodia de la niña. De lo que no cabe duda es de que en 1913, Robert y Peg -de tan sólo cinco años de edad- se trasladaron a Estados Unidos, donde ya vivía Charles, con una carrera cinematográfica y teatral bastante más prometedora que la de su hermano. Una vez en América, Robert se casó con Lauretta Ross, hermana de la pareja de su hermano, y fruto de este matrimonio nacieron dos niños, Milton y Robert.

En 1922, cuando Peg tenía catorce años, su padre fue atropellado por una limusina y, tras un periodo en coma, falleció. Lauretta había muerto meses antes debido a una meningitis, y ante esta situación, Charles y su esposa Jane acogieron a los tres niños en su casa de Los Ángeles. Peg y sus hermanos quedaron impresionados por el letrero de Hollywood, por cuyas letras escalaban a menudo. Este nuevo hogar acercó a la joven a la emergente industria cinematográfica hollywoodiense, y ante esta admiración por el mundo del cine y el teatro, sus tíos decidieron apuntarla a una escuela de interpretación en Boston.

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Peg Entwistle (1908-1932)

En 1925, la vida parecía sonreír a Peg Entwistle, que trabajaba como actriz en Broadway gracias a los contactos de su tío. Participó en diversas obras, destacando El pato salvaje, de Henrik Ibsen; una joven Bette Davis encontraría en la actuación de Peg la inspiración necesaria para superarse en su propia carrera interpretativa. Sus actuaciones en los años posteriores tuvieron grandes críticas y gracias a ello su trabajo se multiplicó. En 1927 se casó con Robert Keith, con quien compartía profesión, pero este matrimonio se disolvió dos años después debido al consumo de alcohol, al maltrato y a las mentiras por parte del actor.

Peg Entwistle continuó trabajando en distintos espectáculos teatrales, coincidiendo con grandes nombres como Humphrey Bogart. Gracias a su creciente éxito obtuvo un papel en el filme Trece mujeres (1932). La película fracasó pese al talento de sus protagonistas debido al escándalo generado tras sus primeros visionados; fue censurada de tal modo que las apariciones de la intérprete se redujeron, echando por tierra gran parte de su trabajo.

La Gran Depresión asolaba entonces los Estados Unidos y la RKO anuló el contrato de la actriz. Peg volvió a casa de sus tíos, pero no llegó a encontrar trabajo de nuevo. Derrotada, arruinada y desolada ante la visión de un futuro incierto, el 16 de septiembre de 1932 -con veinticuatro años- dejó la casa familiar diciendo que iba a hacer unos recados y a ver a unos amigos. Sin embargo, sus pasos la llevaron hasta el letrero de Hollywood -en donde tanto jugó con sus hermanos- y allí subió la escalera de la letra hache.

Dos días después se encontró su cuerpo y su bolso con la nota de suicidio. A pesar de las iniciales y de su profesión, no fue identificada de inmediato. El 20 de septiembre se celebró su funeral.

Peg Entwistle fue una víctima de la dura industria del cine. Luchó pese a tenerlo todo en su contra y fue derrotada. La notoriedad que no adquirió en vida la ha conseguido debido a su funesto final, encontrándose numerosas referencias a ella en la cultura popular: cantantes, cineastas y otros artistas encontraron en su persona una fuente de inspiración, y su historia ha sido utilizada para plasmar la crudeza del séptimo arte, a menudo eclipsada por el éxito de unos pocos.

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