Recuperaciones submarinas
Entre un desguace
y una escombrera, mi infancia no fue
más allá que de la chatarra
a la escoria.
Ahora han brotado jardines
y centros comerciales, playas
de hormigón y verdín
donde quemarse al sol y sumergirse
en aceite supurado por barcos fantasma;
donde los jóvenes roban
y regalan quincalla, las familias
meriendan, se hacen bodas
gitanas, se ganan
partidos, aterrizan
aviones, no queda pesca.
He dejado mi memoria
como un pijama caliente
sobre la cama que no volverá
a arroparme.
***
Todo
Y por qué no íbamos a tenerlo todo:
veinte años, un corazón
de arcilla, recuerdos
que aún manchan.
Por qué no.
Jamás pedir,
no disculparse,
la mano tendida,
los pies inquietos.
Por qué no.
El viento que levanta las faldas
llena de arena tus ojos.
Por qué no tenerlo todo
***
39600
Marea baja, aterriza un avión; sobre Pedrosa, amenaza tormenta. No tengo hambre y son casi las tres. Flota el aceite. Los motores se duermen.
La Ferroatlántica aún resiste en pie, hay mecheros que nunca se consumen. Fundo vinilo entre alquitrán y hormigón: no quedan metales para más aleaciones.
Y se desploma otra tarde tras las verjas, un turno sale y otro turno no comienza, un pistón que no prende, un cerrojo en el vientre, la herida y la sal.
Marea baja, no se calma mi sed; hay mecheros que amenazan tormenta. En la escollera ya son casi las diez. Flota el aceite y un fusible se enciende.