La tristeza
se ha asentado
en esta casa.
En las paredes,
en los cimientos,
en la tierra.
Vive en cada grieta.
Tiene raíces,
y se extiende
como un bosque
de niebla.
Una niebla pesada,
viscosa,
y densa.
Puede sentirse
como una losa
sobre el pecho,
que anega la conciencia.
La tristeza
es una venda
de indolencia.
El tiempo sucumbe
ante miradas apagadas
y sonrisas presas, llenas
de condescendencia.
Las buenas palabras
se amontonan en el suelo
sobre rosas
secas.
Puedes sentirlo
mucho antes
de abrir la puerta:
La tristeza
se ha asentado
en esta casa.
Vive en cada piedra.
El silencio
es la forma
en que grita
su miseria.