Mario estaba terminando sus deberes de Historia cuando oyó el timbre de la puerta. Llegan diez minutos tarde, pensó. Levantó un momento la cabeza sin moverse de su escritorio, mientras
Me había despertado unas tres horas antes de amanecer. La noche parecía un hematoma. Bajé las escaleras a oscuras, tropezando con los juguetes de los niños. Ella ya no duerme
Ruhe in dir Mein Haupt auf deine Brust geneigt… INA SEIDEL Una cabeza cae al regazo templado del metropolitano. Una cabeza rueda entre las máquinas, las que expenden
Demencia, sutil o disonante, mas demencia. Anoto versos, y al leer, sonrío o en sobresalto cabeceo. Paso con rapidez la página. Alienado, nada procuro, sólo amnesia de mí mismo. Por
No llames a esta puerta. Soy sin sol. Anubarrado, anónimo, a cubierto. No despejes la umbría, adénsala y déjala estancada en mi recámara. Sin sol y sin dolor, sin sol
En el horizonte se divisa ya tierra. Es de noche, y el agua salpica al chocar contra los tablones de la barca. Ha sido un viaje largo, pero llegamos puntuales