¿Aspiran los que pertenecen a lo fugaz y pasajero ingresar en la eternidad? Joseph Roth
El folletín, del francés feuilleton, marca un antes y un después en los orígenes del periodismo cultural. Nace con el comienzo del siglo XIX, siendo publicado por primera vez en las páginas del periódico parisino Journal des Débats en forma de cuadernillo con noticias, reseñas y críticas sobre obras y espectáculos culturales de la época.
A partir de aquí, comienza a importarse y expandirse a otros diarios europeos, al igual que sus contenidos. A los conciertos, óperas y obras teatrales de principios de siglo se van sumando ensayos, poemas, reseñas literarias, artículos de viajes… hasta conformar un completo suplemento cultural.
En la Europa de habla alemana, como explica Francisco Uzcanga Meinecke en La eternidad de un día. Clásicos del periodismo literario alemán (1823-1934), el género estrella es una pieza de prosa breve que adopta múltiples formas y aborda todo tipo de temas. Son textos que se mueven en lo periodístico pero también en lo literario, lo poético, lo filosófico e incluso lo artístico. Abordan temas de actualidad política y cultural pero también de la vida cotidiana, radiografiando las sociedades de las grandes ciudades centroeuropeas.
La selección y traducción de artículos realizada por Francisco Uzcanga para la editorial Acantilado abarca un periodo de máxima importancia en la Historia Contemporánea, que incluye hitos clave como la unificación alemana, la I Guerra Mundial o la toma del poder por los nazis. En la transición entre estos grandes acontecimientos, algunos de los más destacados periodistas, escritores y pensadores en lengua alemana de los siglos XIX y XX reflejan con sus artículos de prensa el contexto y las circunstancias personales que envuelven una época de cambios tan convulsos como trascendentales.
En tono distendido, los autores narran historias cuyo trasfondo comprende realidades mucho más profundas sobre la vida en aquellos años. Encontramos reflexiones sobre “El arte de convertirse en un escritor original en tres días” (Ludwig Börne), el oficio de periodista (Joseph Roth) o lo que Franz Hessel denomina como “el difícil arte de pasear”. La sociedad de las grandes ciudades centroeuropeas ocupa un lugar preeminente en estos artículos, que denuncian la situación de la clase obrera (Georg Weerth) o el racismo en Berlín (Carl Von Ossietzky ), así como el carácter gregario de la sociedad en el Imperio alemán y ese exagerado sentido colectivo frente al individuo y el pensamiento independiente que describe Maximiliam Harden en “Nosotros” (1889).
Los folletines de viajes de Stefan Zweig, que tras su visita a Nueva York en 1911 queda impresionado por el ritmo de la capital americana frente al ambiente más tranquilo de París, Berlín o Viena, escribe fascinado sobre Estados Unidos, “el país que va a recorrer en cien años el mismo camino que Europa en dos milenios”, son muestra de uno de los géneros que gozarán de mayor popularidad entre los lectores.
Los artículos hacen referencia también a grandes obras y figuras culturales de la época, dentro y fuera de Centroeuropa. La bailarina americana Isadora Duncan (Hermann Bahr), una reseña sobre El Proceso de Kafka (Kurt Tucholsky), la relación de Thomas Mann con el cine a través de la película El gran desfile o la muerte del dramaturgo noruego Henrik Ibsen (Alfred Kerr) son algunos ejemplos recogidos en la antología.
La situación política, mientras tanto, va enturbiándose con el tiempo y se manifiesta de forma creciente a medida que nos acercamos al final del libro. Son textos con un carácter más crítico y reivindicativo, con los que los autores muestran su compromiso político y social frente a la censura y la opresión nazi. Oskar María Graf será uno de los mejores exponentes con su heroico ¡Quemadme! (1933), en el que desafía al régimen nazi a incluirle en su lista negra de escritores: “Por todo lo que he vivido y escrito, tengo el derecho a exigir que mis libros sean condenados a las llamas purificadoras de la hoguera y no acaben en las manos sangrientas ni en los cerebros podridos de la banda criminal de las camisas pardas. ¡Quemad las obras del espíritu alemán! ¡Será tan inextinguible como vuestra afrenta!”.